Buscando Caminos…

Por si la experiencia venezolana no bastase, el renacer de Sendero
Luminoso en Perú y del Partido Comunista en Chile, más recientes
acontecimientos de Colombia, nos recuerdan que el ejercicio de la
democracia no es suficiente para contener impulsos de odio, envidia,
resentimiento y venganza perennes en la humanidad.

UniVista TV WEBAntonio A. Herrera-Vaillant

El sistema democrático es un muro de contención a estos exabruptos
sociales – como lo son el derecho con el abuso y la justicia con la
criminalidad. Pero en democracia ocasionalmente se configuran mayorías –
como en la Alemania de 1933 y la Venezuela de 1998 – que eligen su propia
destrucción.

En Alemania el monstruoso proceso desatado fue vertiginoso y su
resolución terminó a sangre y fuego, con intensa y decisiva intervención de
la comunidad internacional, y la erradicación e ilegalización de la etiqueta
política que lo generó.

En Venezuela…

En Venezuela, la erosión del sistema democrático evolucionó por etapas y
mediante componendas y complicidades, y aquí la llamada salida parece
predestinada a desarrollarse por las mismas vías en que surgió – por más
que algunos sueñen con que ocurra como en la Alemania de 1945.

La realidad – triste o afortunada, según se mire – es que no parecen haber
alternativas viables para que el sistema impuesto en este país se desmonte
rápidamente o por vías de fuerza – a menos que ocurra algún hecho fortuito.

Venezuela quiere democracia. (Fuente: Tiempo de política)

Las semillas del monstruo

Y aun así, siempre pueden quedar las semillas del monstruo, como lo
hemos visto en Chile, Perú, y aún España.

Cuando amplias mayorías tienden al totalitarismo y la intolerancia, la más
efectiva cura parece ser que ellas mismas logren procesar sus desengaños y
desilusiones rechazando el virus a través de masivas manifestaciones
electorales.

Es quizás por eso el empeño de la comunidad internacional
democrática en lograr el restablecimiento del sistema democrático en
Venezuela, evitando siempre invocar vías de fuerza.

Por demasiado tiempo, gran parte de la oposición venezolana ha parecido
aferrada a la ilusión de que aquí queda algún resquicio del sistema
democrático, invocando argumentos de derecho y corte legal, como si
quienes detentan el poder no contasen con un ente “judicial” dispuesto a
convalidar cualquier prevaricación.

La realidad es que sufrimos una dictadura “de facto” que quizás no sea
posible abatir de golpe y porrazo: Pero con el concurso de implacables
presiones internas y externas siempre será posible confinar a su mínima
expresión política, constantemente buscando caminos para que la gran
mayoría pueda rechazarla por medio de apabullantes fracasos electorales.
No parece haber otra.

Antonio A. Herrera-Vaillant
[email protected]

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