Cómo nos protegemos de las inundaciones repentinas

Las inundaciones repentinas son muy peligrosas y pueden ocurrir sin aviso previo.

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Si cae más lluvia de la que el suelo puede absorber, el exceso de agua discurrirá rápidamente buscando las zonas más bajas del terreno, provocando una inundación repentina o flash flood. Un fenómeno que vimos, a principio del mes de junio, en algunas ciudades de Miami-Dade.

Las tormentas tropicales y los huracanes que azotan Florida suelen producir grandes cantidades de lluvia y como consecuencia inundaciones repentinas.

Al ser un fenómeno rápido y difícil de predecir, las personas pueden resultar lastimadas. Para colmo, muchos de estos desastres ocurren durante la noche, motivando que el peligro sea mayor.

Por otra parte, la casas inundadas suelen sufrir daños estructurales, del sistema eléctrico, los pisos pueden agrietarse, al igual que los cimientos. Asimismo, el sistema de aire acondicionado podría verse comprometido, como los electrodomésticos que hayan entrado en contacto con el agua.

Otro de los peligros que acecha a una propiedad inundada es la aparición de moho tóxico, detrás de las paredes o en los suelos de madera. Según La Agencia Federal para el Manejo de Emergencia -FEMA, en inglés- el moho puede comenzar a crecer dentro de las 24 horas posteriores de la inundación.

Por seguridad, una propiedad inundada debe ser inspeccionada para comprobar el estado de las estructuras, y ver si el sistema eléctrico es seguro. Además, los daños deben repararse y las paredes secarse con aparatos especiales. Según FEMA, una sola pulgada de agua en una casa causa más de 25.000 dólares en daños.

La mejor arma para enfrentar una inundación repentina es contar con un seguro de inundación. De esta forma, la compañía aseguradora se encargará de devolver la propiedad al estado que se encontraba antes de la repentina visita de las aguas.