Cuba: cientos de presos apuntalan reclamos de libertad

Luis Mario Niedas, de 31 años y acusado de los delitos de desacato, propagación de epidemias e instigación a delinquir por su participación en las protestas del 11 de julio en Cuba, fue condenado este 18 de octubre a 3 años de privación de libertad, aunque la petición fiscal buscaba mantenerlo el doble de años en la cárcel.

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Mientras esperaba su condena, el residente en Sancti Spíritus se hallaba en prisión provisional en el penitenciario “Nieves Morejón”.

Luis Mario no es un caso excepcional en el país desde que la población salió a las calles hace tres meses para exigir sus derechos y libertades civiles. Junto con la suya, suman al menos 95 las peticiones fiscales de hasta 18 años de prisión para los manifestantes, según documenta la iniciativa ciudadana Justicia 11-J, reportó Diario las Américas.

Presos en Cuba

Estas peticiones de la Fiscalía, que en agosto solo admitió haber dado curso a 67 causas, son, igualmente, una mínima parte de las que ese órgano de Justicia tendría que procesar si se toma en cuenta que se reportan como detenidas unas 566 personas, de las cuales 417 están verificadas por el grupo de trabajo de Justicia 11-J. Permanecen en prisión preventiva con escasa información sobre sus juicios y posibles condenas.

A estas alturas, sería ingenuo esperar su liberación, pero las familias tratan de conservar sus esperanzas en un entorno cada vez más hostil, debido al discurso de confrontación del gobierno. Sobre todo, tras el anuncio de la marcha cívica por el cambio pactada por la ciudadanía para el venidero 15 de noviembre.

Todavía falta cerca de un mes de incertidumbre, sin que se pueda predecir lo que ese día ocurrirá. Se viven, mientras tanto, días de impasse que no necesariamente pueden traducirse en tregua. No cuando cada semana los condenados por la manifestación histórica y sin precedentes del 11-J, se multiplican al compás de las carencias. La soga se aprieta en especial contra los cuellos de activistas políticos como Luis Mario Niedas, quien llegó a contraer escabiosis durante su estancia en prisión, ahora prolongada por su condena.

Cuba: Ensayo de democracia en forma de estallido

Entre la marcha cívica —que cuenta con organizadores radicados en varias ciudades de Cuba— y el 11-J, se abre un cisma de libertades truncadas por el fandango de Patria o Muerte, ese estribillo que durante décadas ha separado familias, amigos, vecinos, paisanos. Es, no obstante, toda esa historia, la que cimienta el reclamo ciudadano que, si acaso quedó suspendido en el aire, no ha cesado en el espacio virtual y se espera su concreción en el terreno físico este 15 de noviembre.

Aunque en algunos territorios la solicitud ya ha sido denegada, los organizadores siguen apelando al derecho constitucional que debería respaldarlos, y se mantienen firmes en la decisión de llevar adelante la marcha. Toman la experiencia de la predecesora, más marcada por la espontaneidad y la limitada organización que impone la falta de práctica cívica, para impulsar los reclamos de manera pacífica. De manera clara y haciendo uso de las redes sociales, el grupo Archipiélago liderado por el dramaturgo Yunior García Aguilera, además de gestar esta manifestación, ha compartido recomendaciones en torno a la lucha no violenta para quienes están dispuestos a marchar por el cambio.

La premisa es mantener una actitud pacífica: ir de blanco, no huir de los represores, tirarse al suelo en determinadas posiciones, ya sea fetal o “de huevo” si se trata de proteger a otro manifestante en situación más vulnerable. Todas esas recomendaciones, realizadas de manera muy didáctica, son válidas en tanto revalorizan los recursos cívicos y ponen el capital humano a cierta altura moral que nunca podrían emular los represores.

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