El santiaguero que hizo historia en la TV de Estados Unidos

El día 2 de marzo de 1917 nació en Santiago de Cuba un varón del matrimonio entre Desiderio Alberto Arnaz II y Dolores de Acha, al que registraron como Desiderio Alberto Arnaz III, nieto a su vez de Desiderio Alberto Arnaz, el fundador de la dinastía.

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Desiderio II fue el alcalde más joven de Santiago de Cuba y posteriormente miembro de la Cámara de Representantes del régimen de Gerardo Machado y Morales, dictador tristemente recordado en Cuba, que fue derrocado en 1933, por lo que la familia perdió poder y riquezas, y el brillante político fua a parar a la cárcel, de la que pudo salir tras 6 meses, al quedar demostrado que no había sido parte de las oscuras prácticas de otros miembros del gobierno, pues se le calificó como neutral en su actuación, por los funcionarios norteamericanos que tuvieron que ver con el proceso político que vino tras el derrocamiento de la dictadura.

Así que no es de extrañar que la familia emigrara buscando un ambiente más sano para el hijo de 16 años, y salieron rumbo a los Estados Unidos de América, estableciéndose en La Florida. Ya a esa edad, Desiderio III comienza a trabajar en varios oficios en la ciudad de Miami, hasta que es aceptado como guitarrista por el Sexteto Siboney.

De buena figura y musicalidad, Desiderio, siguió adentrándose en el campo de la música latina en el poderoso país vecino y llegó a New York, donde trabajó con la famosa orquesta del catalán de origen Xavier Cugat, con quien estuvo un tiempo que aprovechó sobremanera, como ya fue su característica de toda la vida.

No obstante, volvió a Miami con un sentido mayor del espectáculo y tuvo tanto éxito que decidió volver a New York a formar su propia banda. Quizás el “Desiderio” le sonó un poco guajiro o demasiado latino, por lo que a partir de entonces Desiderio Alberto Arnaz y de Acha III, se convirtió en Desi Arnaz, en la misma época que otro cubano: Su Ilustrísima Miguelito Valdés arrasaba con su potente voz y su presencia escénica tocando tumbadora, la misma línea de Desi, pero éste no se conformó con los salones bailables, siguió intentando caminos y logró entrar en “Too many girls” una obra musical nada menos que en Broadway, ya la Meca de ese tipo de espectáculos.

Desi se lució al punto que, en 1939, la obra (y él con ella) es llevada al cine es contratada para ser llevada al cine en Hollywood, pero la formidable Diosa Costello, “The Latin Bombshell” su pareja en la obra, desdeña la oportunidad y se queda en La Gran Manzana; Dessi sí logra partir y participa con su personaje en la filmación donde conoce a Lucille Ball, todavía lejos de ser considerada por los críticos como una de las mejores y más completas actrices en el campo de la comedia musical, como llegaría a ser más tarde y como en un melodramático romance hollywoodense, se enamoraron y se casaron el 30 de noviembre de 1940.

Desi siguió haciendo películas, trabajando en tres largometrajes, pero cuando la Segunda Guerra mundial, es llamado al ejército y se enrola, pero por un antiguo accidente en una rodilla, acaba trabajando activamente en el entretenimiento de las tropas, fundando incluso otra orquesta, o sea, se reencontró con la música incluso después de la guerra, cuando trabajó como director del grupo que tocaba en los programas de Bob Hope.

Ya tenía un sinfín de ideas en la cabeza, conocía muy bien el negocio y tenía conciencia del mundo latino y su lucha por integrarse a la difícil sociedad del país desarrollado donde habían ido a parar y quizás basado en todas estas cosas, lucha denodadamente hasta que en 1949 comienza el camino para un programa de TV que pudo estrenar contra viento y marea en 1951: I Love Lucy.

A pesar de un innegable reconocimiento de Lucille Dessiré Ball Morton y de que él no era ningún desconocido, los ejecutivos de la empresa CBS no estaban convencidos de permitir que la serie saliera al aire, pues los prejuicios de la época les hacía dudar el presentar al público una pareja de una pelirroja norteamericana y un latino cubano.

Por supuesto, en el latino no confiaron para dirigir el programa, que se estrena con Jess Oppenheimer, Madeline Davis y Bob Carroll Jr. como creadores, aunque en la producción sí aparecía Desi Arnaz con Jess Openheimer.

Los actores principales era Lucille Ball en el papel de Lucy Ricardo y Desi Arnaz como Ricky Ricardo.

Ella un ama de casa con la cabeza llena de nubes e ideas disparatadas y él director de orquesta, y Desi supo aprovechar lo que la CBS consideraba un defecto: su acento cubano – pecado para la crítica generalizada de los programas televisivos – para acentuarlo aún más como parte del personaje.

Como contrafigura, actuaba un matrimonio vecino, formado por los actores Vivian Vance, en el papel de Ethel Mertz una vecina que actuaba con mayor serenidad, pero que al final era arrastrada por Lucy en sus ideas descabelladas y el esposo de Ethel, era Fred Mertz, interpretado por William Frawley, por supuesto, compinche de Ricky Ricardo en contra de las locuras de sus esposas.

Con una trama que se movía en situaciones brillantes y la rutina – hoy ingenua – propia de la época “I Love Lucy” ganó cinco premios Emmy entre una serie de nominaciones constantes.

En 2002, ocupó el segundo lugar en la lista de TV Guide de los más grandes programas de televisión, detrás de Seinfeld y en el 2007 fue considerado entre los mejores 100 espectáculos televisivos de todos los tiempos. I Love Lucy está considerada como una de las series clásicas en la historia de la TV norteamericana.

El matrimonio tuvo muchas dificultades propias de la unión de dos caracteres tan fuertes y dinámicos.

Se mudaron del Oeste a New York y crearon DELUSI una productora que innovó y creó una serie de aspectos que después fueron pauta para las transmisiones de un sinfín de programas que hallaron en el modus operandi del mercadeo de Desi Arnaz una puerta al futuro y la forma de enfrentar la imposición y el poder de los dueños de las televisoras. Adquirieron los derechos de retransmisión, que CBS a pesar de su poder no habían previsto y aún hoy en día en muchos estados de los EEUU y América Latina se retransmite “I Love Lucy” que les dejó millones a sus dueños.

Fue el primer programa que se filmó en 35 mm con público en vivo, aunque tuvo que luchar para conseguirlo pues los pesos pesados de CBS veían la filmación como una extravagancia del latino, al que no le concedían su real valía. Desi financió los equipos de filmación y logró su propósito.

Con el camarógrafo Karl Freund logró sacar con éxito los programas con presencia de público y cuentan que fue el primer programa de CBS que se filmó con tres cámaras en el estudio, que por cierto era un estudio de audio.

La adquisición de los derechos de filmación para la productora Delusi fue el comienzo de uno de los negocios más rentables en la historia de los medios audiovisuales.

El empuje de la pareja era irresistible, incluso, en la época que Lucille Ball estuvo embarazada se armó una lucha encarnizada con los directivos, que se negaban a que actuara en estado, bajo el pretexto de que era ofensivo a las buenas costumbres, pero Desi consiguió que un rabino, un sacerdote católico y un ministro protestante, emitieran opiniones a favor de que no había nada malo ni ofensivo en que ella actuara así y aunque salió esa etapa de la serie bajo el título de Lucy is enciente, palabra francesa, porque no aceptaron Lucy is pregnant,  adaptaron los libretos a la situación al punto, que el día que “nació” en el programa el pequeño “Ricky Ricardo”, 13 de enero de 1953 hubo mayor rating de “I Love Lucy” que en la toma de posesión del Presidente Dwight D. Eisenhower, que coincidió con la fecha, según reflejó el “New York Times”.

Produjeron una serie importante de películas y con su compañía compraron los estudios RKO, llegando a tener un capital activo de 15 millones de dólares en aquella época y una empleomanía superior a las 800 personas.

Entre las películas que filmaron, introdujeron el estilo de conservar los derechos de reproducción, uno de los métodos más rentables para productores, escritores y artistas que cobran cada vez que se pone la obra hasta hoy día, que se considera parte vital de los llamados derechos conexos, aún “en estudio” en Cuba, donde los derechos de autor son manipulados por la dictadura.

El día 2 de marzo de 1960, cuando Desiderio Arnaz cumplía 43 años, se filmaba el último episodio de “I Love Lucy”, después de 179 episodios de media hora y 19 especiales de una hora, con la hazaña de mantener un programa de intensa preferencia en al aire durante 9 años y haber creado una empresa rentable y vanguardia en una serie de aspectos que aún se consideran brillantes.

Quizás el término de la serie se debió al término de su vida en conjunto, pero lo cierto es que veinticuatro horas después, Lucy presentó su demanda de divorcio.

A pesar de lo fuerte de ambos caracteres, Lucy, quien le llevaba seis años a su marido, posteriormente le compró las acciones a Desi en 1962, por 3 millones de dólares y el santiaguero declaró que se retiraba a criar pájaros y escribir su autobiografía, a su finquita de 45 acres cerca de Los Ángeles.

No obstante, pocos meses después, pasó lo que todo el mundo profesional sabía, la gran Lucille Ball, a pesar de su reconocida estatura artística,  sin Desi no era lo mismo, así que lo llamaron a California, para que fuera el productor del nuevo show de su ex esposa The Lucy Show, lo que Desi aceptó y se mantuvo en el mundo de la televisión y el espectáculo hasta los 70.

Los dos siguieron sus vidas manteniendo cordiales relaciones, aunque los chismes de farándula decían que era más por sus dos hijos Lucy y Desi, pero lo cierto es que tienen que haberse querido mucho a pesar de la fuerza de sus caracteres dominantes y emprendedores.

Él se casó en 1963 con Edith Mack Hirsch y ella ya lo había hecho con Gary Morton en 1961.

Detrás de sus 20 años de matrimonio con Lucy, Desi dejó dos estrellas en el Paseo de la Fama de Hollywood  una por su labor en el cine y otra por la TV; la aceptación de un latino conviviendo con una estadounidense de manera legal y aceptada a pesar de los recalcitrantes; una serie de innovaciones que todavía están vigentes y la eficiencia y el éxito como hombre de negocios y creador en el mundo del espectáculo.

Vaya aventura la del santiaguero. Desi Arnaz murió de cáncer de pulmón en Los Ángeles, en 1986, el 2 de diciembre y la última persona en hablar con él fue Lucy, que lo llamó dos días antes de su muerte, cuando ya cayó en coma. Tres años más tarde, el 26 de abril de 1989, Lucy fallecía también en Los Ángeles a los 77 años de edad.

La vida lo llevó lejos de su Santiago natal, pero como quiera que se mire, es y será un orgullo santiaguero, es decir, un orgullo nuestro, de los cubanos donde quiera que vivamos.

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