La libertad está en peligro

La democracia en América Latina enfrenta el riesgo de convertirse en una parodia de sí misma por la falta de honestidad política y libertad de sus representantes más notables, que son, al menos en teoría, los presidentes legítimamente elegidos en comicios plurales y transparentes.

UniVista TV WEB  / Pedro Corzo

Los líderes políticos del hemisferio actúan en el marco de lo políticamente correcto, que en lenguaje común es hacer y decir lo que la mayoría espera, sin exponer o defender criterios que puedan provocar crispación o enajenar la voluntad de dirigentes políticos con capacidad de iniciar un proceso de desestabilización.

En cierta medida en el hemisferio vivimos en política el viejo refrán de “Pan para hoy y hambre para mañana”; y es por la falta de liderazgo de aquellos mandatarios que se perciben y se muestran como genuinos demócratas, pero que en realidad faltan a su obligación de ser honestos e intransigentes en la defensa de los valores de una sociedad de derecho.

Esta crisis de liderazgo hace que la certeza de un destino común de libertad y democracia nunca haya sido más incierta que en el presente; una situación que se apreció con extrema frecuencia porque los enemigos de la libertad y la democracia no cesan en su labor desestabilizadora.

La libertad está en peligro por la falta de líderes con coraje y talento

Están en falta líderes del coraje y talento de Rómulo Betancourt, Luis Muñoz Marín y José Figueres, que actuaban en base a sus convicciones y defendían sus criterios sin importar las circunstancias.

Ellos tres y unos pocos más, no olvidemos a Carlos Prio, trabajaron arduamente para que en sus países se estableciera y fortaleciera la democracia.

Pero también cumplieron con el deber de ayudar a los demócratas de otros países, labor que los dirigentes de hoy no enfrentan como si con esa actitud fueran a impedir que sus rivales les atacasen.

Naciones que tuvieron la posibilidad de asumir el liderazgo en la lucha por la libertad

Hay varias naciones en el hemisferio con la estabilidad política, posibilidades económicas y liderazgo para promover sus respectivos modelos; sin embargo, esas potencialidades no se concretan por falta de voluntad o, lo que es peor, por temor a generar conflictos internos o internacionales que afecten su mandato.

Ejemplos de esa situación los apreciamos en Colombia, México y Chile. Estos tres países tuvieron la posibilidad de asumir el liderazgo en la lucha por la libertad; sin embargo, en la actualidad, cada uno de ellos corre el riesgo de ser sujeto de propuestas políticas y sociales próximas o similares a lo que padecen Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Cuba.

Colombia, que ha vivido la trágica experiencia de una subversión financiada y apoyada por el régimen cubano, ha tenido la entereza moral de construir una democracia sólida bajo el protagonismo de dos personalidades notables; lamentablemente no percibieron que el continente demandaba un liderazgo firme para que la democracia se extendiera a otros países, o se fortaleciera en las naciones en que estaba quebrantada.

Álvaro Uribe disfrutó de una coyuntura ideal para encabezar una defensa integral de la democracia en el continente, y otro tanto ha ocurrido con el actual presidente Iván Duque; sin embargo, ambos, al obviar la realidad hemisférica y los peligros internacionales que les acechaban, permitieron que el enemigo de todos se fortaleciera, acrecentándose los peligros para la democracia colombiana en este caso personificados por Gustavo Petro.

Otro tanto sucedió en su momento con Felipe Calderón en México y Sebastián Piñera en Chile. Tampoco a ellos les interesó enfrentar las propuestas desestabilizadoras que actúan en el continente, por temor, posiblemente, a que su gestión se viera amenazada por el clientelismo que el castrismo estructuró por décadas y que el chavismo incentivó con las riquezas del pueblo venezolano.

Despotismo que se identifica con el denominado Socialismo del Siglo XXI

México y Chile están en riesgo de repetir la experiencia peruana que es poco alentadora en lo que respecta al estado de derecho.

Paradójicamente es el despotismo que se identifica con el denominado Socialismo del Siglo XXI el que cuenta con individuos dispuestos a promover sus creencias. Hay que reconocer que ellos trabajan duro y sin temor, a favor de los intereses que defienden.

Personalidades como Evo Morales, Rafael Correa, Luis Inacio Lula da Silva, Gustavo Petro y otros más, tienen bien definidas sus prioridades: Trabajan a toda marcha a favor de sepultar las libertades públicas. Acabar con la democracia y con la dignidad de todos nosotros.

Pedro Corzo
Periodista
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