Un seguro para los malos tiempos

Cerca de 70 millones de estadounidenses padecen algún tipo de enfermedad cardiovascular. Entre ellos, 14 millones han sobrevivido un ataque al corazón. Según las estadísticas, cada 33 segundos una persona sufre un infarto. O sea, al año ocurren 1.4 millones de ataques.

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Las cifras del cáncer son igualmente alarmantes. Solo en 2019 más de 1,7 millones de estadounidenses contrajeron la enfermedad. Los sobrevivientes de cáncer suman superan los 9.6 millones de personas.

Los accidentes cerebrovasculares son la tercera causa de muerte en EEUU. Ocurre uno cada 45 segundos, es decir más de 700,000 estadounidenses debe sufrir un stroke este año.

La medicina moderna permite a cada vez más personas sobrevivir tanto al cáncer, a un stroke o un ataque al corazón.
Pero, sobrevivir a estas dolencias no garantiza que la persona afectada pueda reincorporarse a la vida que llevaban antes del padecimiento. Por ello, quienes sufren estas enfermedades críticas están especialmente protegidos por los seguros de vida.

Sabemos que el objetivo del seguro de vida es garantizar un beneficio financiero a los familiares que nos sobrevivan. No obstante, si una persona adquiere un seguro de vida con beneficio en vida y desgraciadamente enferma de cáncer o sufre un stroke y sobrevive, puede beneficiarse de su propio seguro de vida y obtener parte del dinero del beneficio de su muerte, para lo que necesite. Ya sea para pagar los carísimos servicios y cuidados que tendrá que recibir o para suplir el salario que ahora no puede llevar a casa.

Lo mismo sucedería en el caso de padecer una enfermedad terminal o crónica, como Alzheimer, Asma, Epilepsia, SIDA o Esclerosis múltiple, por solo citar algunos ejemplos.

Como lo oye, con los actuales seguros de vida con beneficio en vida el asegurado tiene la posibilidad de recibir parte de ese beneficio de muerte que disfrutarían sus seres queridos en caso de su fallecimiento. Una ventaja para tener en cuenta a la hora de contratar uno de estos seguros. Es una forma práctica de pensar en nuestros seres queridos, sin olvidarnos de nosotros mismos.