Cubano transforma paisaje urbano en Broward

En circunstancias normales, el cubano Mario Cartaya debió haber sido uno de los arquitectos que contribuyeran al desarrollo urbanístico en Cuba. No ocurrió así. Su familia salió de la Isla apenas llegó la revolución cuando su padre fue amenazado de muerte por opositor. Por ello, el niño se hizo hombre en Estados Unidos y su talento ayudó a transformar la cara de Broward con diseños de los edificios más icónicos de dicho condado.

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El 24 de marzo pasado, Cartaya anunció su retiro de la firma de arquitectura que creó en 1979.

Su legado es haber diseñado más de 1.000 edificios, que se levantan ahora en el sur de la Florida, entre ellos el Complejo Judicial de Broward, la mayor parte del aeropuerto internacional de Fort Lauderdale-Hollywood, los ayuntamientos de Miramar y Pembroke Pines, cuatro bibliotecas públicas,teatros, museos, estaciones de bomberos y policía, centros deportivos y culturales, reportó Diario las Américas.

Broward transformada por un cubano

Ahí el arquitecto anunció que inicia una nueva etapa en su vida, ahora como autor, y presentó su primer libro “Journey Back Into the Vault” (“Viaje de Regreso a la Bóveda”), una historia alucinante de nostalgia y reencuentros imprevistos, de una travesía realizada en el 2016 para llenar los vacíos que dejó la brutal huida de su familia de Cuba en 1960 cuando el autor tenía solo nueve años.

Cartaya presentará su libro en Miami el 3 de junio (7:30 p.m.), en la librería Books and Books en Coral Gables.

“’Journey Back Into the Vault’ no es un libro político. Es solamente la historia de un hombre humilde que decide recobrar su niñez olvidada y regresa a Cuba en busca de su pasado”, escribió Cartaya en un correo electrónico. “Lo que encuentra es que esas memorias siempre han estado con él –en aquella bóveda protectiva del subconciente que nos protege de los momentos difíciles y dolorosos de nuestras vidas. El camino lo llevará a una claridad de espíritu y corazón en paz que él nunca esperaba”.

Sobre la base de un gran esfuerzo y luego de haber trabajado 15 años en las oficinas de La Habana de la corporación Frigidaire, su padre Juan Ignacio abrió su propia empresa de contabilidad. Le iba muy bien. Conducía un Ford 1957 y acaba de comprarse una casa propia.

Tenía entre sus clientes a empresas y personas importantes entonces en Cuba y en sus archivos figuraba toda la información confidencial de ellas sobre sus propiedades e inversiones.

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