El Danzón

Cuba es dueña de una cantidad impresionante de géneros y variantes musicales que han causado impacto internacional y muchas de ellas han influenciado a formas de hacer de distintos países. Pero, aunque algunos piensen que afirmar esto es un problema de chovinismo, no se trata de una fábula sino de la conjunción de diversos factores, que colaboraron para que este fenómeno se diera, además del carácter exaltado del cubano, de sobras conocido.

UniVista TV WEB Tony Pinelli


El asunto es que Cuba, por su posición geográfica de “Llave del Golfo”, en la época en que el transporte marítimo era la vía única, recibió tanto en calidad de escala o como destino, mucha influencia cultural – musical que contribuyó a la formación del “ajiaco” como denominó el sabio Don Fernando Ortiz a la cultura cubana.


Cuando el avenimiento del Siglo XXI, destacados especialistas de varios países se reunieron para escoger las manifestaciones más destacadas en las artes de sus naciones y el danzón cubano fue seleccionado como “Baile Nacional”, por la prestigiosa comisión que convocó el Instituto Cubano de La Música, lo que resulta notable porque es un género muy respetado, pero poco consumido desde hace años.

El danzón cubano fue seleccionado como “Baile Nacional”

La familia del danzón que – según la leyenda – viene desde el siglo XVIII con la invasión de los ingleses a La Habana (1762) que, de alguna forma, hizo presente uno de sus ritmos de moda: su “country dance” palabra que se fue transculturizando a “contradanza”, fue evidentemente la primera versión.

Aunque también existe una segunda -quizás más lógica y cercana en el tiempo – de que nos llegó de Haití cuando el proceso libertario desde Mackandal, L`Overture y Dessalines que provocó la estampida hacia Cuba, Nueva Orleans y otros lares entre 1794 y 1804 con esclavos que llegaron con sus amos y otros libertos que ya conocían la ejecución de los instrumentos musicales europeos, tocando su música: la contradanza, que viene del francés contredanse.

Lo cierto es que estas influencias dieron origen a la contradanza y posteriormente a la llamada danza cubana, que tienen como patrón rítmico el impropiamente llamado “cinquillo cubano”, esquema utilizado también en otras creaciones, como algunas canciones trovadorescas, por ejemplo.

Primera danza cubana es de 1803

Algunos estudiosos señalan que la primera danza cubana es de 1803, la famosa “San Pascual Bailón” de Anselmo López, pero hay que decir que esta división de contradanza / danza, es imperceptible en algunos casos, aunque hay quien señala la danza cubana identificable por la utilización del cinquillo cubano y otros rasgos de cubanía.

La evolución del danzón

La evolución da paso a su eminencia el danzón del siglo XIX como los titulados “El delirio” “La ingratitud” y “Alturas de Simpson” de Miguel Faílde en 1878, este último señalado como el primero, aunque debiera decirse: el primero conocido por el gran público, tras su estreno el 1º de enero de 1879, en el Liceo de la “Atenas de Cuba”.

Ya a esta altura de su desarrollo, el danzón se toca con un sonido emblemático, que es el producido por el formato de “Charanga Típica”, o sea:

  • Cornetín o trompeta
  • Figle o trombón de pistones
  • Timbales
  • Flauta
  • Güiro
  • Contrabajo
  • Piano

Posteriormente ocurre la transformación de la “típica” a “charanga francesa” con la introducción de violines y ya este formato con la flauta de madera de 5 llaves es el que se va a volver emblemático para los danzones y su ilustre descendencia.

El baile de cuadrilla

Ya posee una coreografía y un estilo definido, primero como un baile de cuadrilla y posteriormente como baile de pareja. El baile de cuadrilla realizaba evoluciones en secuencia de las parejas y posteriormente al hacerse popular y tocarse en lugares públicos, las parejas bailaban danzón sin necesidad de coreografías conjuntas.

En Cuba se le hace una muestra de hermoso respeto con la añadidura en las fiestas de quince de las niñas, la fiesta de presentación en sociedad, de un danzón después del vals tradicional.

Su estructura se hace oficial con sus tres partes o tríos, en el tiempo de 2/4, incluida la introducción en la que no se baila y las damas se abanican mientras los caballeros entablan conversación con ellas hasta que ataca el ritmo en la 2da parte, que cuando las típicas le llamaban la parte de los clarinetes y ya en la tercera viene la culminación de la pieza, siendo en ésta la posterior introducción del estribillo propio del son.

Su estructura similar a la de rondó, les permitió a los músicos esmerarse en los distintos solos y florituras, tanto en el piano como la flauta, como en un solo de violín, etc.

Piano danzonero

El piano danzonero – exigente y especial – se le agrega al género poco antes de 1900 y se señalan a Antonio “Papito” o “Papaíto” Torroella y al Maestro Antonio María Romeu, el famoso “Mago de las Teclas” como los primeros. Según los especialistas el primer solo de piano que quedó registrado en grabación fue el de la pieza “Tres lindas cubanas”, de Romeu en 1926.

La influencia del son en el danzón, a partir de Raimundo Valenzuela y José Urfé, con el clásico “El Bombín de Barreto” en 1910 de Urfé, ya evidencia la propiedad de intergénero tan común en la música popular cubana.

No se trata de incorporar un género a otro, como el danzón cha o el bolero son, sino de modificar un género definido como el danzón con elementos propiamente soneros que van enriqueciendo la expresión y llegan a formar parte de ella.

Danzón cantado

El danzón cantado, como “La Mora”, de Eliseo Grenet de 1918 estrenado por Juan de la Cruz Hermida y los arreglos de canciones trovadorescas de bellos textos que adaptó Don Antonio María Romeu para Barbarito Diez, a partir de 1935, cuando Bárbaro, llamado “La Voz del Danzón” entró a la orquesta.

Don Antonio aprovechó los textos y bellas melodías de las trovadas de entonces y los conformó como danzones, aprovechando el conocimiento de la canción trovadoresca de Barbarito con éxito tal, que aún bellas trovadas, como “Ojos de Sirena” de Sindo Garay, son recordadas como danzones y no en su forma original.

El danzonete en 1929, con modalidades y elementos soneros que influenciaron al danzón, logrando hits capaces de vencer al tiempo como “Rompiendo la Rutina” de José Manuel Aniceto Díaz, también matancero, como Faílde, estrenado por Arturo Aguiló y luego encumbrado por Paulina Álvarez, la llamada “Emperatriz del Danzonete”, fue una renovación del danzón con giros del son muy bien acogida por el gran público, donde el cantante toma un papel protagónico en las piezas.

Las voces privilegiadas del danzón

Además de los mencionados se distinguieron Pablo Quevedo, “El Divo de la Voz de Cristal”, popularísimo que desgraciadamente falleció a consecuencias de la tuberculosis sin grabar su voz; Panchito Riset, Fernando Collazo, Joseíto Fernández, el propio Barbarito Diez, Abelardo Barroso, entre otros.

El “danzón de nuevo ritmo” del Maestro Antonio Arcaño con su “radiofónica” marcó una época muy interesante. Arcaño fue contratado por la emisora Mil Diez y tuvo la arriesgada idea de modificar su agrupación, sacando a los cantantes y aumentando más instrumentistas.

Contratado como agrupación instrumental, con un programa de radio diario, le llamó a su orquesta “radiofónica”.

Otros grandes de la música cubana

En su momento de esplendor, amén de los cambios naturales en orquestas tan nutridas, tuvo a:

Antonio Arcaño, Orestes “Macho” López, Israel «Cachao» López, Ulpiano Díaz “El rey del abanico”, Jesús López, Raúl Valdés, Elizardo Aroche, Félix Reina, Antonio Sánchez «Musiquita», Elio Valdés, Miguel Tachit.

También a José Antonio Díaz, Eulogio Ortiz, Enrique Jorrín Oleaga, Frank Emilio Flynn, Rafael “Mañungo” Ortiz, Miguelito Cuní y René Álvarez.

Con esa alta membresía en su orquesta, se estrenaban en radio a diario, dos y más arreglos nuevos a primera vista, muchos de grandes piezas clásicas europeas llevadas a danzón.

Danzón Mambo

De su orquesta salió en 1938 el danzón Mambo, de Orestes “Macho” López, precursor del género de Pérez Prado que hizo historia, controvertido y maravilloso; el maestro Enrique Jorrín se nutrió de buena música para sacar posteriormente desde la orquesta de Ninón Mondéjar, La América el chachachá, todos dentro del rico complejo del danzón.

En el apogeo de su fama, coincidió con el sonido que venía abriéndose paso: el ritmo “diablo” de Arsenio Rodríguez y Arcaño aprovechó la rivalidad por la preferencia del público a favor de ambos, para pactar con “El Ciego Maravilloso” e incluso dar bailes juntos en la misma plaza logrando llenos completos y pedirle prestado al tumbador del conjunto, con lo que se agrega la tumbadora al formato orquestal del danzón.

Infortunadamente, el Maestro Arcaño tuvo problemas circulatorios que le estorbaron el labio y tuvo que dejar de tocar y aunque siguió dirigiendo, en 1958 se retiró de forma definitiva.

Los metales en el danzón

Una variedad interesante del danzón es la concebida para metales, como “El Danzón de la Reina Isabel” y “Bodas de Oro” de Electo Rosell “Chepín” o “Cicuta Tibia”, bello danzón muy novedoso para su época del maestro Ernesto Duarte, o los arreglos de Juanito Márquez y otros ilustres músicos cubanos.

A pesar que el sonido de charanga francesa es el considerado ideal para la interpretación de los danzones, este intergénero interpretado por las orquestas tipo jazz band adquiere una gran belleza en las versiones concebidas para este formato, además de innovaciones tímbricas como en Cicuta Tibia en los solos de saxofón, por ejemplo.

El chachachá

Después vinieron otras evoluciones, como el chachachá, a finales de los 40 y principios de los 50 del Siglo XX, donde los hacedores de esa forma se fijan más en las posibilidades para el bailador cosmopolita, no acostumbrado a la síncopa del bajo anticipado cubano y crean el chachachá a tiempo con su coreografía de un dos – chachachá, un dos – chachachá, que se puso de moda en el mundo entero, mientras el mambo hacía todo lo contrario.

Dámaso Pérez Prado

El doble o triple picado o staccato de las trompetas y aún los trombones en el mambo lo hace difícil de por sí en la ejecución, y la sonoridad del mambo tocado por big band, que fue el sonido que escogió Dámaso Pérez Prado lo convierte en un género muy complicado desde el punto de vista económico, por la cantidad de músicos de una big band; técnico, porque hay que conocer profundamente el sonido a lograr desde el punto de vista arreglo – ejecutante y por último la calidad de arreglo que necesita para emular con las grandes orquestaciones de arreglistas como Pérez Prado, Bebo Valdés y otros de ese calibre.

De ese tronco maravilloso del danzón salieron otras ramas, algunas con mayor o menor éxito, como la pachanga de Eduardo Davidson; el tira tira de Pancho El Bravo y el chaonda de Alejandro Tomas Valdés, cellista de la Orquesta Aragón, “La Charanga Eterna” entre otras modalidades.

Danzón en México

Sería hermoso que se hiciera masivo el gusto por el danzón que sienten muchos jóvenes y volviera a ser una pieza bailable preferida por el público, ya que todavía existen clubes de danzones en distintos barrios de La Habana, amén del gusto del danzón en México, sobre todo en Veracruz, Yucatán donde se hizo popular el músico cubano Consejo Valiente Roberts, conocido como Acerina, muy respetado por todos.

El danzón entró en México por Veracruz y la primera “danzonera” como se le dice en México a las agrupaciones que se dedican al danzón fue de otro cubano, llamado Tiburcio Hernández “Babuco”, donde tocó Acerina.

El danzón se hizo popular en México y aun hoy se baila en varias ciudades que han mantenido la tradición.

A pesar de que el danzón puede considerarse pasado de moda es una expresión que no falta en el repertorio de los grandes músicos sobre todo los instrumentistas de jazz cubanos.

Danzones modernos

Danzones modernos como “Valle de Picadura” de Chucho Valdés, “Danzón de Paquito De Rivera”, “Danzón Legrand” de Andrés Alen, “Mi Danzón” de Cucurucho Valdés; “Cuba Now Danzón” de Alejandro Falcón, “Danzón Patético” de Ernán López Nussa, entre otros ejemplos, al igual que las novedosas versiones de números tradicionales como “El Cadete Constitucional” de Gonzalo Rubalcaba, o “Fefita” de Rembert Egües y Enrique Lazaga, más muchas otras, que evidencian reverencia y clase en el danzón como joyas en el repertorio de estos excelentes músicos.

O sea, el danzón es una entidad camino a su sesquicentenario, que hoy en día ocupa un puesto de respetuosa dignidad en el repertorio actual de brillantes músicos de varias latitudes y en el Olimpo de la Música Cubana.

Fuentes: Argeliers Leon, Cristóbal Díaz Ayala; Pepe Reyes; Enrique Jorrín; Enrique Lazaga; Neri-s González Bello; archivo personal.

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